jueves, 26 de enero de 2012

A-las y los caminantes

El día de Nochebuena, la pasamos unidos, como casi todos los puertorriqueños. Mario fue conmigo a visitar a mi familia en Arecibo y allí estaba José, un amigo de la familia. Al comentarle sobre nuestro viaje mochilero, José sintió gran emoción. Durante su juventud y, hasta hace algunos años, fue amante a los viajes y a disfrutar de la vida. José y yo nos sentamos a conversar muchas veces sobre nuestros viajes... ambos coincidiamos en que es la mejor manera de gastar el dinero, de liberarse de las tensiones y de aprender lo que no se puede aprender en los libros. Sin duda, José era un enamorado de la vida y de las buenas conversaciones.

 Regresando a Nochebuena, toda la conversación giró en torno al viaje. José nos expresó su deseo de viajar tan pronto se recuperara de una terrible neumonía que lo había azotado. El decía que era fuerte como un tronco y que pronto estaría totalmente sano para poder viajar. Recuerdo sus palabras: "Jessika, cuando llegues de ese viaje, tienes que ir a casa para que me muestres las fotos".

Siete días después, el 31 de diciembre de 2011, mi madre me llama para decirme que José murió. Su conversación retumbaba en nuestras mentes. Recordaba su emoción sincera y sus palabras llenas de ánimo. Palabras que también escuché muchas veces de otras personas que llevo en el corazón.

Por eso, nuestro viaje va dedicado a todas esas personas que, como José Enrique Cruz Matos,  sintieron amor, emoción y respeto por nuestros sueños.

Gracias a los familiares y amigos que nos han apoyado en nuestra aventura. A todos aquellos y aquellas que con el corazón en la boca, nos han dejado volar.


10 de enero de 2012
Aeropuerto de Miami